¿Qué hay en el fondo del ataque a Siria?
Por: Aquiles Córdova Morán.
El presidente norteamericano, Barack Obama, dice que la
decisión de su país y de algunos de sus satélites europeos de atacar
militarmente a Siria, obedece a que el espíritu de justicia, libertad y
humanismo que caracteriza al “mundo libre” no puede tolerar ni dejar sin
castigo el crimen de lesa humanidad cometido por el “dictador” Bashar al Assad,
al atacar con armas químicas a su propio pueblo. Esto, a despecho de que, en
otros momentos (p. e., al conocer el voto en contra del parlamento inglés), ha
hablado más claro: los Estados Unidos harán lo que juzguen necesario para la
“defensa de sus intereses”, lo cual se aproxima más a la verdad. Mucha gente,
en México y en el mundo, angustiada y asqueada por tanta sangre humana como han
derramado impunemente los defensores “de la libertad” en Oriente Cercano y el
norte de África, no se traga ese cuento y se pregunta qué es lo que se esconde
realmente detrás de esta nueva embestida encabezada por EEUU. Muchos
politólogos, especialistas y medios de comunicación influyentes (entre ellos varios
mexicanos), al conocer la clara y firme oposición del presidente ruso Vladimir
Putin, han comenzado a hablar de una “segunda edición de la Guerra Fría”, queriendo
significar con ello que se trata, otra vez, de la “legítima defensa del mundo
libre” frente a la amenaza del “totalitarismo comunista”, que fue la versión edulcorada
que nos vendieron durante el largo periodo que va del final de la Segunda
Guerra Mundial (1945) hasta el hundimiento de la Unión Soviética (1991).
El Presidente de Los Estados Unidos de Norte América Barack Obama |
Presidente de Siria Bashar al-Assad |
Y que esto no es
cosa del pasado, lo demuestran otras citas más recientes. Robert McNamara,
Secretario de Defensa de EEUU, dirigiéndose al presidente Johnson, sostenía que
el liderazgo norteamericano “no podía ejercerse si a alguna nación poderosa y virulenta (¡sic!) -sea Alemania,
Japón, Rusia o China–se le permite que
organice su parte del mundo de acuerdo con una filosofía contraria a la
nuestra.” Es decir, los intereses norteamericanos exigen, según esto, no
sólo el dominio del mundo, sino su total rediseño a imagen y semejanza de su único
dueño, con absoluta exclusión de cualquier otra “filosofía” contraria a la del
imperio. Recién “terminada” la Guerra Fría, en 1992, un documento secreto decía:
“Nuestro primer objetivo es prevenir la
emergencia de un nuevo rival”. Esto “exige
que nos esforcemos en prevenir que ninguna potencia hostil domine una región
cuyos recursos pudieran bastar (…) para engendrar un poder global (…). O sea
que la seguridad de un mundo unipolar sólo puede garantizarse a condición de
que se evite, por los medios que sean necesarios, el surgimiento de un nuevo
foco de poder, de que se elimine a tiempo cualquier amenaza en este sentido. Otro
Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo a los tripulantes de un grupo de
bombarderos el 19 de octubre de 2001: “Tenemos dos opciones. O cambiamos la
forma en que vivimos o cambiamos la forma en que viven los otros. Hemos escogido
esta última opción y sois vosotros los que nos ayudareis a alcanzar este
objetivo”. Dicho con brutal franqueza: el mundo debe adoptar, por la fuerza de
las armas si fuese necesario, el modo de vida norteamericano. Y no hay otra
alternativa. Finalmente, en agosto de 2011, Stephen Glain aseguraba que, para
esa fecha, el Pentágono, ya se preparaba para la campaña contra el siguiente “enemigo”,
China, con el fin de frustrar sus pretensiones de dominio del Mar del Sur, una
zona rica en recursos naturales.
Así
pues, no cabe duda razonable de que hay una reactivación de la “Guerra Fría”
para consumar los objetivos geoestratégicos y económicos del capital mundial, y
no ante una nueva lucha en defensa de “la democracia, la libertad y los
derechos humanos”. Siria, hoy se sabe bien, junto con Egipto, Líbano y Qatar, posee
la más grande reserva de gas del mundo, y el gas está llamado a ser el
energético del siglo, por encima del petróleo. Además, tiene firmado un acuerdo
con Irán para la construcción en su territorio de una gigantesca estructura de almacenamiento
del gas iraní, para de ahí sacarlo al mercado por el mediterráneo; y el
comprador más firme y ventajoso es Rusia. Siria es, además, la puerta de
entrada al corazón de Asia, o sea, a las fronteras de Rusia y de China. Así, la
conquista militar de Siria lograría dos colosales objetivos: 1.- adueñarse de
sus recursos energéticos y obligar a Irán a entregar los suyos; 2.- impedir el
desarrollo de un “rival” poderoso, Rusia, y amenazar directamente a China. La
paz del mundo corre grave peligro, y no por culpa de la “dictadura comunista y
atea”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario